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Año Ignaciano

Todas las cosas cooperan para el bien, Señor,

para aquellos llamados según tu voluntad.

Cuando los planes egoístas de Iñigo de Loyola

fueron truncados por una bala de cañón,

lo embarcaste en un viaje espiritual.

Sus ojos se abrieron lentamente a tu presencia.

Poniendo su corazón en Cristo,

siguió donde tu Espíritu lo guiaba,

sabiamente ignorante,

vaciando su voluntad y abrazando la tuya.

Señor bondadoso, transfórmanos,

la familia ignaciana de la Provincia Central y Meridional,

como transformaste al que se convirtió en San Ignacio.

Desbarata nuestros planes cuando no sean los tuyos.

Cultiva en nosotros el corazón de Cristo pobre

para ser prójimos de todos, especialmente

de los excluidos por la pobreza y el racismo,

y para cuidar nuestra casa común,

devastada por la codicia y el consumo excesivo.

Únenos como amigos en tu Espíritu

para caminar juntos, jóvenes y maduros,

hacia un futuro lleno de esperanza.

Nuestra Señora del Camino, intercede por nosotros,

para que veamos todas las cosas nuevas

en Cristo Jesús, tu hijo.

Amén.

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