Encontrar a Dios en todas las cosas

La espiritualidad* ignaciana* se resume en esta frase. Invita a una persona a encontrar a Dios en cada circunstancia de la vida, no solo en situaciones o actividades explícitamente religiosas como oraciones en la iglesia (por ejemplo, la misa) o en privado. Implica que Dios está presente en todas partes y, aunque es invisible, se puede “encontrar” en cualquiera y en todas las criaturas que Dios ha creado. Revelan al menos un poco sobre cómo es su Creador, a menudo produciendo asombro en quienes son capaces de mirar con los “ojos de la fe”. Después de un largo día de trabajo, Ignacio* solía abrir las ventanas francesas de su cuarto, salir al  balcón, mirar las estrellas, y se transportaba fuera de sí mismo a la grandeza de Dios. ¿Cómo desarrolla uno esta habilidad de encontrar a Dios en todas las cosas? Howard Gray traza el siguiente paradigma a partir de lo que escribió Ignacio* acerca del desarrollo espiritual en las Constituciones de la Compañía de Jesús*: (1) Practicar poner atención a lo que realmente está ahí. “Deje que esa persona o ese poema o esa injusticia social o ese experimento científico sea (para usted) tan genuino en sí mismo como sea posible”. (2) Luego,  trate con reverencia lo que ve y escucha y siente; aprecie su singularidad. “Antes de juzgar o asesorar o responder, dese tiempo para apreciar y aceptar lo que hay ahí en la otra persona”. (3) Si aprende a estar atento y reverente, “entonces encontrará devoción, la forma singular en la que Dios obra en esa situación, revelando la bondad y fragilidad, la belleza y la verdad, el dolor y la angustia, la sabiduría y la ingenuidad”.