En Gratitud por la Invitación
(2021) Deo Gratias. Gracias a Dios.
Estas palabras fluyen fácilmente de Bryan Riquel Torres Santiago, SJ, porque son constitutivas de su vocación y de su vida.
Torres entró a la Compañía de Jesús en el 2017 y recientemente completó su primer año de filosofía en la ITESO, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, una universidad Jesuita en Guadalajara, México. Él describe su asignación a Guadalajara de Primeros estudios al mismo tiempo como un reto y una gracia.
“Aunque era una casa de formación, me sentía diferente de cierto modo” nos cuenta. “La Compañía tiene una forma universal de proceder y eso nos unía a todos, sin importar de donde viniérmamos, sin embargo cada provincia es diferente. Así que esta nueva “Cultura Jesuita” fue algo difícil a lo que tuve que transicionar. Ahora lo considero más una gracias que un reto, porque me abrió los ojos y el corazón a la universalidad de la Iglesia expresada en la Compañía de Jesús universal y sus distintas experiencias de seguir a Cristo.”
Torres Nación y se crió en Ponce, Puerto Rico donde comenzó a discernir su vocación a la edad de 17 años durante una Adoración Eucarística. “Definitivamente no soy ningún místico, pero ese día escuché claramente una voz dentro de mi”, nos cuenta. “Sentí una invitación de seguir a Cristo”. Este momento le recordó del pasaje bíblico acerca del llamado de Mateo: Ven y sígueme. “Aunque no respondí bien”.
En vez de eso, me fuí a la universidad de Pensilvania, Pensylvania State Unversity. “Conforme pasó el tiempo, continuaba escuchando esta invitación”, nos cuenta. “No era una imposición, sino una invitación a algo que yo mismo deseaba profundamente”. En su último año de universidad, él sabía que quería ser sacerdote, pero tendría que decidir en dónde.
Aquí entra el Papa Francisco, el primer papa Jesuita, haciendo cosas nuevas y antiguas de manera diferente. Torres decidió aprender más acerca de los Jesuitas. Así que se fue a las fuentes, la Fórmula del Instituto, escrita por San Ignacio de Loyola en 1540. Así descubrió que este grupo era para él.
“La Fórmula del Instituto esencialmente propone un programa de misericordia,” Torres nos cuenta. “Es una síntesis de la vida de Jesús, que llevaba a cabo obras de misericordia tanto corporales como espirituales.
Esta es lo que hace la Compañía de Jesús, y esa es la vida que yo quiero”.
Como parte de su formación en el noviciado, Torres sirvió en la escuela Fe y Alegría en Santa María Chiquimula, Guatemala. La parroquia Jesuita ahí, además de su ministerio sacramental ordinario y de apoyar una escuela, provee educación a adultos, tiene proyectos de sanitización de agua, alojamiento a estudiantes y más.
“Durante mi tiempo en Guatemala, aprendí acerca de la inculturación, cómo predicar a Cristo de modo que le suene familiar al que escucha”, nos dice Torres. “Me ayudó a ver un nuevo rostro de Cristo y un nuevo rostro de Iglesia”.
En su ministerio actual enseña “Inglés para sobrevivir” y organiza actividades de compartir fe en un refugio para migrantes en Guadalajara. “Estar en contacto directo con migrantes es al mismo tiempo una experiencia profunda y algo que rompe el corazón”, nos dice. “Puede ser difícil escuchar sus historias, sin embargo, mi ministerio es un ministerio de presencia. Es importante para mí, simplemente sentarme y escuchar”.
Torres se llena de gratitud por la oportunidad de estudiar y servir en América Latina y se llena aún más de gratitud de que Dios lo haya llamado a esta vida.
Deo Gratias.