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Travis Crowe, SJ

La pasión por la música y el amor por la liturgia llevan a Travis Crowe, SJ, a la Iglesia Católica y a la Compañía de Jesús

Por Jerry Duggan

(2021) En la Misa del Espíritu Santo en 2017 en la Iglesia del Colegio San Francisco Javier, Travis Crowe sintió que el Espíritu se movía dentro de él. Al final de la misa, se encontró conversando con jesuitas y sintiendo que la Compañía era el lugar para él. Crowe no siempre estuvo tan seguro de su camino en la vida o de su fe; de hecho, solo unos años antes, no era miembro de la Iglesia Católica en absoluto.

Tras crecer en una familia luterana, Crowe se graduó en la Universidad Concordia, un college luterano de Michigan. Poco después empezó a tener reuniones informales con el párroco de una parroquia diocesana de Iowa -donde vivían sus padres en ese momento- para plantear preguntas generales sobre la fe.

En retrospectiva, Crowe reconoce ahora que el enfoque del sacerdote era muy ignaciano.

«No me presionó para que me uniera a la Iglesia católica de inmediato ni me avergonzó por hacer preguntas», dice Crowe. «Por el contrario, me dijo que siguiera pensando las cosas y que cuando estuviera listo para unirme a la Iglesia, Dios estaría allí esperándome».

Varios meses después, Crowe se embarcó en el proceso del Rito de Iniciación Cristiana de Adultos (RCIA, por sus siglas en inglés).

No tenía una idea clara de lo que vendría después, pero se sintió llamado a hacer de su nueva fe un ancla de su existencia. Aprovechando sus pasiones de toda la vida por la música y la liturgia -Crowe era un fanático de la liturgia luterana antes de entrar en la Iglesia católica-, solicitó por capricho el puesto de director de liturgia y música en la iglesia de la Inmaculada Concepción de Dardenne Prairie, Missouri, en los suburbios de San Luis. Consiguió el trabajo y enseguida se sintió agradecido por semejante oportunidad.

«No tenía un título en música -mi licenciatura era en Comunicaciones-, así que para una parroquia tan grande (Inmaculada Concepción tiene más de 4000 familias) confiarme un papel tan importante fue un gran honor».

Durante tres años, Crowe dirigió la música de todas las liturgias de la parroquia y le encantó cada minuto. Esto implicaba supervisar la música de siete misas a la semana, además de funerales, bodas y eventos especiales. Aunque Crowe sentía una enorme satisfacción en este papel, había un problema.

«Preparar las liturgias para el fin de semana y tocar la música en la misa era una oportunidad maravillosa para mí, pero sentía que nunca ‘iba a la Iglesia'», bromeó. «Estaba tan metido en la planificación que no llegaba a experimentar realmente la misa».

Comenzó a considerar una vocación religiosa; un encuentro con una pareja en su parroquia le dio señas sobre la Compañía de Jesús.

«Una pareja que conocía de mi parroquia me preguntó si había pensado alguna vez en ser jesuita», recuerda.

Crowe con el diácono Lonnie Weishaar. Fueron el Sr. y la Sra. Weishaar los primeros en animar a Crowe a estudiar con los jesuitas.
Crowe con el diácono Lonnie Weishaar. Fueron el Sr. y la Sra. Weishaar los primeros en animar a Crowe a estudiar con los jesuitas.

Una rápida investigación hizo que Crowe se encogiera de hombros ante la idea, en parte debido al largo proceso de formación. Aun así, le invitaron a una misa para los estudiantes en la iglesia del Colegio San Francisco Javier. En la liturgia de una hora, su mente se abrió a la posibilidad.

«Quedé maravillado por la liturgia: la música, la predicación, el ambiente acogedor y animado», sostiene.

Volvió varios meses después y, tras esa misa, charló con varios jesuitas, entre ellos el padre Chris Collins, y bromeó con que quizá podría ser jesuita. El Padre Collins lo tomó en serio. Los dos intercambiaron correos electrónicos y se reunieron para comer. En poco tiempo, Crowe se puso en contacto con la oficina de promoción vocacional de la provincia y asistió a eventos de discernimiento.

Crowe está ahora en su segundo año de estudios de filosofía en la Universidad Loyola de Chicago y está lleno de entusiasmo por todo lo que le espera.

«Mi amor por la música me ha acercado a Dios y a la liturgia durante toda mi vida, así que es apropiado que, de manera indirecta, también me haya llevado a mi vocación jesuita».