Por Jerry Duggan
Como directora de la Pastoral Universitaria en Spring Hill College, Colleen Lee aprecia la oportunidad de desarrollar relaciones personales con los estudiantes y ser testigo de su crecimiento in situ.
«Mucha gente no llega a ver los frutos de su labor en su trabajo – pudiendo observar resultados tangibles y significativos – pero yo veo el crecimiento que se da en los estudiantes con los que tengo el privilegio y la alegría de interactuar cada día», explica.
Su objetivo es acompañar a los estudiantes en su camino hacia la universidad proporcionándoles apoyo estructurado y flexible. Gran parte de su jornada se dedica a planificar eventos como oportunidades de servicio, retiros y viajes de inmersión, que vuelven este semestre tras un paréntesis debido a la Covid-19. También disfruta de las conversaciones espontáneas que tienen lugar cuando los estudiantes se acercan.
«A lo largo de mi desarrollo como ministra he aprendido de mis mentores que el ministerio se basa en las relaciones, en la comunidad, y en conocer a la gente en el lugar en que se encuentran», indica. «Esto es lo que nos esforzamos por hacer en la pastoral universitaria: crear un ambiente acogedor donde todos sean bienvenidos a ser parte de esta comunidad de fe.»
Ella intenta recordar qué es lo más importante, incluso cuando su lista de tareas se alarga.
«Podría llenar fácilmente gran parte de mi día con papeleo y tareas administrativas, pero es importante para mí recordar que el trabajo que estoy haciendo sirve a un propósito mucho mayor: acompañar a los estudiantes en su fe», sostiene.
Las conversaciones con los estudiantes sobre la fe suelen encajar en debates de discernimiento más amplios.
«Ayudar a los estudiantes a descubrir qué quieren hacer con sus vidas, cómo se ven a sí mismos equilibrando sus diversos intereses, deseos y pasiones, y acompañarles, a menudo por medio de la oración, a través de esos altibajos, es lo más significativo para mí», afirma.
Su pasión por esta línea de trabajo surgió de forma natural después de que experimentara un entorno acogedor similar en el departamento de pastoral universitaria del colegio cuando era estudiante.
«Cuando estaba en la universidad, la pastoral universitaria fue un lugar seguro para mí, pero también un lugar donde crecí en mi fe y la comprendí a un nivel más profundo», recuerda. «Tuve mentores que me acompañaron en mi propio viaje espiritual y quiero ayudar de una manera similar a los estudiantes con los que trabajo hoy».
Nacida en un pequeño pueblo predominantemente católico de la costa de Mississippi, Lee siempre ha tenido una fe sólida, pero su educación jesuita en Spring Hill la ayudó a conectar su inherente pasión por el servicio y la justicia con su fe.
En su segundo año, vio un folleto sobre la Enseñanza Familiar Ignaciana en el departamento de pastoral universitaria de la escuela. En ese momento, el evento estaba situado en Columbus, Georgia, a una distancia razonable de Spring Hill. En este seminario Lee aprendió más sobre la filosofía de «fe que hace justicia» promovida por los jesuitas.
«Al crecer, yo era esa chica que hacía servicio comunitario el fin de semana, no porque nadie me obligara sino sólo porque sentía que debía hacerlo», recuerda. «En aquel momento, no sabía muy bien cómo explicar por qué hacía lo que hacía, pero después del seminario, tuvo más sentido: la fe, el servicio y la justicia están entrelazados. Intento ayudar a los alumnos de Spring Hill a establecer esa misma conexión».
Para ella, sus reuniones semanales con los 13 residentes de la pastoral universitaria son especialmente gratificantes. Son los internos quienes programan muchas de las actividades para sus compañeros.
«Ver la forma en que nuestros residentes coordinan todas estas actividades significativas -retiros, oportunidades de servicio, misas, etc.- es muy conmovedor, porque sé que sus esfuerzos despertarán espiritualmente al resto del alumnado».
Estas reuniones le ayudan a ver esos frutos mencionados que, para ella, son lo fundamental.
«Conectar con los jóvenes, ver su crecimiento y acompañarles en su camino -tanto a los residentes de la pastoral universitaria como a los estudiantes con los que interactúo- es lo que hace que todo valga la pena».