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Historias

P. Tom Greene visita Brownsville y Matamoros

Por Therese Fink Meyerhoff
Fr. Tom Greene says Mass in migrant settlement
El P. Provincial Thomas P. Greene, SJ, celebra la Eucaristía en un asentamiento de migrantes en Matamoros, México.

13 de noviembre del 2020 – Existe el equivalente a un campo de refugiados en la frontera de esta provincia de México. Actualmente, hay cientos de inmigrantes de América Central y México que viven en Matamoros, México, en carpas y refugios hechos a mano, sin electricidad y con acceso limitado a agua potable. Se quedan allí en una especie de limbo, esperando. Han pedido asilo en Estados Unidos, pero las políticas migratorias actuales de EE.UU. les impiden la entrada al país antes de su audiencia de asilo. Por eso, esperan. Los trabajos son escasos y los migrantes se las arreglan como pueden y con donaciones de organizaciones no gubernamentales (ONG).

El asentamiento creció. La gente que no tenía a dónde vivir comenzó a amontonarse cerca del río. En un momento dado, cerca de cuatro mil personas vivían de la tierra y eran acosados por pandillas. Eventualmente, el gobierno mexicano cercó la zona y esto les proporcionó cierto grado de seguridad. A pesar de que el cercado ayudó a reducir un poco la violencia de las pandillas, también mantuvo alejada a la gente que venía con donaciones o a aquellos que ofrecían asistencia legal.

El campo Matamoros, como otros que se encuentran a lo largo del lado mexicano del Río Grande, se parece a un campo de refugiados, pero no recibe asistencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. El gobierno mexicano se ha negado a reconocer a los solicitantes de asilo centroamericanos como refugiados y sus propios ciudadanos que viven en el campamente no cumplen con los requisitos, de acuerdo a la normal legal de que un refugiado debe cruzar una frontera internacional. Por lo tanto, la ONU no reconoce a los residentes del campamento como refugiados y no proporciona ayuda.

Este asentamiento tiene todas las características de un campo de refugiados, pero con menos coordinación y estructura. Las ONG han ofrecido ayuda y han instalado baños, duchas portátiles y agua potable. Otras ONG proporcionan servicios médicos. La Diócesis de Matamoros hace lo que puede y la Diócesis de Brownsville (Texas) del otro lado del río también ayuda. Hay un par de escuelas improvisadas. En definitiva, es una mala situación.

Fr. Tom Greene, SJ, visits a classroom
P. Tom Greene, SJ, visita un aula en el campamento de migrantes en Matamoros, México, en noviembre del 2020.

El Padre Provincial Thomas P. Greene, SJ, visitó recientemente el campamento de migrantes en Matamoros. Fue invitado por el obispo Daniel Flores de Brownsville y lo acompañó la H. Norma Pimentel, MCJ, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río Grande. La H. Pimentel es una importante defensora pública de inmigrantes y refugiados. Ella realmente es una persona genial. Recientemente, la revista Time Magazine la incluyó en la lista de las 100 personas más influyentes del 2020. Así que, si va a visitar un asentamiento de migrantes, es buena idea viajar con ella.

«El obispo y la H. Norma querían que yo viera lo que realmente sucedía en la frontera», dijo el P. Greene. «La H. Norma es maravillosa, muy discreta, pero también inteligente y diplomática. Ella puede ver la bondad de la gente en cualquier tipo de situación. Por supuesto, ella espera que los jesuitas puedan ayudar con el cuidado pastoral».

Fr Tom Greene listens to migrant stories
El P. Tom Greene, SJ y la H. Norma Pimentel, MCJ, escucha las historias de los migrantes.

La H. Pimentel invitó al P. Greene a visitar el campamento y a realizar una misa. El P. Greene hizo un tour del lugar y se quedó a almorzar con algunos de los migrantes. En total, estuvo allí menos de seis horas, pero le provocó un gran impacto la gente que conoció y las condiciones de vida que vio. Se fue con dos intenciones, promesas que se hizo a sí mismo.

«Esta visita fue como una especie de advertencia de la COVID», dijo el P. Greene. «Cuando regresé, seguí pensando. ‘No tengo problemas. Estas personas sí tienen problemas, y aún así, tienen esperanza. ¿Cómo puede ser que yo no tenga esperanza ni esté agradecido? Me prometí que los mantendría en mis pensamientos».

Su segunda promesa era averiguar qué puede hacer esta provincia para ayudar a la gente del campamento.

«Para ser fiel al llamado de Dios y al llamado de los pobres, y al sufrimiento de allí, tenemos que ayudar», dijo. Esto sucede en las puertas de nuestra provincia – del otro lado de la frontera – pero parte de nuestra realidad en esta provincia. Al ver esto desde la perspectiva de las necesidades de la gente de Dios, prometí buscar maneras en que la provincia pueda asociarse con la provincia mexicana para ayudar. Me gustaría ver si podemos mandar algunos jesuitas allí para realizar trabajo pastoral.

Fr. Tom Greene, SJ, listens to one refugee's story.
P. Tom Greene, SJ, escucha la historia de uno de los refugiados.

El P. Greene citó a un sacerdote mexicano, P. Alejandro Solalinde Guerra, quien es defensor de los migrantes y trabaja con ellos. El P. Solalinde pasó años ayudando a los migrantes y ha sido testigo de la violencia y la crueldad perpetrada con ellos. Dice que los pobres y los migrantes poseen una gran espiritualidad que sostiene al mundo.

«Tenemos muchos ejemplos de la determinación espiritual de los migrantes, en las escrituras y en la historia – los israelitas que huyeron que Egipto, los irlandeses católicos, los católicos de color y ahora estos inmigrantes», dijo. «Dejemos que la gente de Dios nos eduque. Si podemos enfocarnos en esa fortaleza y fe, nos convertimos en mejores personas… mientras más logre que los jesuitas jóvenes experimenten a los pobres y a los marginados, mejor estaremos, cualquiera sean sus futuros ministerios».

El ambiente del campamento le recordaba al P. Greene de su primer ministerio jesuita cuando trabajó con refugiados e inmigrantes en forma directa.

«Pase un verano en un campo de refugiados en Malawi y este campo tiene un ambiente similar, una pequeña zona de sufrimiento humano», dijo. «Pero el hecho de que está tan cerca de casa… el caminar desde Brownsville, Texas, a un campo de refugiados fue en realidad muy impactante y triste. Es un lugar de sufrimiento, pero también de esperanza, y las personas de la comunidad se ayudan entre ellas».

El P. Greene es de Nueva Orleans y recuerda a su ciudad natal después del huracán Katrina. «Recuerdo que después del huracán, la gente mostró su interés por los demás. Puedes ver esto en los campos de refugiados. Sí, también hay pecado y avaricia, pero hay mucha esperanza y amor, y se comparten los recursos. Porque están en esto juntos. Buscan una vida mejor, buscan seguridad y escapar de la violencia».

A migrant blesses Fr. Greene
El P. Greene recibe la bendición de una mujer en el asentamiento de refugiados en Matamoros, México.

Después de que el P. Greene celebró la Eucaristía, una mujer embarazada joven se le acercó y le pidió la bendición para ella y su bebé.

«La bendije y luego le pedí que me bendijera a mí para que pudiera saber cómo ayudarla en mi ministerio».

El P. Greene estuvo en el sur de Texas para dar una charla después de la «misa roja», una liturgia anual para abogados, jueces y personal del gobierno en Brownsville. Habló de ponerse «la armadura de Dios» (Ef. 6:11). Les hizo recordar a los presentes – y a los que participaron por videoconferencia – que San Pablo no nos dice que nos defendamos como lo hacen los centuriones, sino que nos insta a que nos defendamos con la integridad. Ese día, también les contó sobre su experiencia en Matamoros.

«Conocí a algunas personas del otro lado de la frontera que llevan puesta la armadura de Cristo todos los días», dijo. «No se veían poderosos, pero estaban armados con integridad, verdad, esperanza, fe y oración. Quizás podríamos verlos como ejemplo para vivir nuestras vidas con fe e integridad».

Los migrantes – y aquellos que los ayudan – son ejemplos claros de fe y esperanza. Inspirado por ellos, el P. Greene no olvidará las promesas que se hizo. Escuchará su llamado y buscará una forma de ayudarlos.

Fr. Greene and Sr. Normal Pimentel pose with camp residents
El P. Tomas Greene, SJ y la H. Norma Pimentel, MCJ, posan con los residentes del campamento.