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Historias

Por Ignatius Plato

Eileen Croghan, asistente provincial para la atención sanitaria de la Jesuitas Provincia USA Central y Meridional

Los jesuitas tienen muchas historias de estar ahí para los demás: al lado de los olvidados, representando a la minoría, trabajando junto a los marginados. El acompañamiento es verdaderamente el alma de la misión jesuita. Eileen Croghan, asistente provincial para la atención sanitaria de la Jesuitas Provincia USA Central y Meridional (UCS), vive esta misión con una silenciosa entrega a los jesuitas que cuida.

Croghan se reúne anualmente con todos los miembros de la provincia de UCS para evaluar su estado de salud y ayudarles a atender sus necesidades médicas. Pero su relación con ellos va mucho más allá del seguimiento de sus necesidades físicas: establece vínculos personales con los hombres de la provincia. No hay nada mejor que la conexión humana.

«Les veo y repaso con ellos toda su medicación, me aseguro de que van al médico con regularidad, les pongo en contacto con médicos de otra ciudad si se van a mudar… Lo usual», dice Croghan. «Pero a medida que conversas con un jesuita y pasas tiempo con ellos, te das cuenta de lo importante que es estar ahí para ellos».

En este sentido, Croghan encuentra que su trabajo va más allá de la norma y se extiende al espíritu de acompañamiento. Tomemos, por ejemplo, una reciente visita al hospital que Croghan hizo a un jesuita enfermo.

«Yo estaba en Colorado cuando recibí la llamada», dice Croghan. «Estaba a kilómetros de distancia, en otro estado, así que me ofrecí a enviar a otra persona. Pero este jesuita dijo que me conocía y que se sentía cómodo conmigo. Así que me subí al avión e hice el viaje».

Croghan no ve estas visitas inesperadas como interrupciones; disfruta de su papel con los jesuitas.

Conocer el historial médico de un jesuita se convierte en un descubrimiento sobre su historia personal. «Cuando hablo con ellos en nuestras reuniones anuales o me siento con ellos en el hospital, aprendo quiénes son y qué han hecho, sus ministerios, sus misiones», explica. «Una de las experiencias que más me gusta de mi trabajo es oír hablar de sus experiencias favoritas en sus ministerios».

Acompañar a los jesuitas mayores en las discusiones sobre el final de la vida es uno de los aspectos más desafiantes de su trabajo.

Eileen Croghan acompaña al P. Tom Hoffman a su nuevo residencia.

«Estoy trabajando en una presentación para los hombres de St. Ignatius Hall, nuestra comunidad para jesuitas mayores en San Luis, sobre cómo hablar con su médico acerca de la atención sanitaria al final de la vida», dijo. «Aunque no se trate de una urgencia, me parece que hablar de este tipo de cosas con ellos es difícil. Para ellos, se trata de la muerte; hablar de eso incomodaría a cualquiera. Por mi parte, cada vez es menos como hablar con un paciente y más como hablar con un amigo. Tengo que estar ahí para ellos mientras hablamos de las cosas de las que a nadie le gusta hablar».

A pesar de los retos de su papel, Croghan disfruta acompañando a los jesuitas en cualquier circunstancia. Cocina con ellos, les visita, come con ellos y, sobre todo, les hace saber que lo que han hecho en sus vidas ha marcado una diferencia en el mundo. No siempre necesita expresarlo explícitamente, dice. En lugar de eso, simplemente les acompaña, devolviéndoles la presencia solícita que estos jesuitas dieron a lo largo de sus vidas de servicio al pueblo de Dios.

Croghan recuerda una reciente visita al hospital que ejemplificó especialmente esto. «Esperé en la sala de urgencias con un sacerdote jesuita enfermo, y después de que lo trasladaran a una nueva habitación, me pidió que le leyera –entre todas las cosas- un libro sobre la Metropolitan Opera. Sabía que era un fanático de esas cosas, así que me reí y le dije que quizá me equivocaría con los nombres. Se lo leí durante dos horas y le ayudó a calmarse. No se encuentran cosas así en cualquier trabajo médico».

Eileen Croghan cena con la comunidad jesuita de Belice durante una visita sanitaria.