Por Jerry Duggan
Connor Smith, SJ, siente un enorme consuelo en su vida como jesuita. Durante varios años, estuvo seguro de que estaba hecho para este propósito.
Como estudiante de la Universidad de Colorado en Boulder, Smith participó en la Asociación de Estudiantes Universitarios Católicos (FOCUS, por sus siglas en inglés). En el verano después de su segundo año, fue a un viaje de misión a Uganda con un grupo de compañeros. Su trabajo, que se centró en proporcionar comodidad y ayuda a las personas con discapacidad, fue a la vez difícil y satisfactorio.
«Las personas con discapacidad son un grupo marginado en nuestro país, pero en Uganda se enfrentan a retos aún mayores», explicó. «Acompañarles y servirles durante varias semanas me produjo una gran alegría».
Empezó a hacerse preguntas como: «¿Por qué no puedo pasar toda mi vida rezando, yendo a misa a diario, sirviendo a los pobres y viviendo en comunidad? Al principio, estas preguntas parecían poco prácticas.
A su regreso a Estados Unidos, Smith hizo unas prácticas en Washington, D.C., durante el resto del verano. Pasó gran parte de sus noches en oración, pensando en la experiencia transformadora que acababa de vivir. Una noche, sintió que Dios le hablaba de una manera muy íntima.
«Mientras rezaba el rosario, experimenté una llamada de Dios, en la que me decía: ‘Quiero que seas mi jesuita'».
Una llamada tan específica no surgió de la nada: Smith estaba familiarizado con los jesuitas desde su época de estudiante en el Regis Jesuit High School de Denver.
En su último año, un jesuita en formación -Michael Wegenka, SJ- se unió al cuerpo técnico del equipo de cross country de Regis, del que Smith formaba parte.
En ese momento, Smith sabía poco sobre el proceso de formación de los jesuitas.
«Al principio le llamaba padre, y luego hermano, pero me explicó que debía llamarle simplemente señor Wegenka, porque era un jesuita en formación», recordó en broma.
A menudo, mientras corría en los entrenamientos, Smith consultaba con Wegenka una serie de temas, incluyendo la teología, la filosofía y las vidas de los santos. Sentía que incomodaba.
«Le dije al Sr. Wegenka que lamentaba someterlo a esas largas conversaciones con él, pero me dijo que, de hecho, esas conversaciones le producían una gran alegría», recordó.
«Me dijo que una de las cosas que más le gustaban de su vocación jesuita era la oportunidad de hablar con los demás acerca de la fe y de temas relacionados con esta».
Esa conversación clarificadora sembró una semilla en Smith, pero dejó en segundo plano una posible vocación jesuita durante varios años mientras comenzaba sus estudios universitarios. Unos años después, la llamada le llegó directamente, y así supo que era real.
«Luego de varios años, encontré que la llamada de Dios volvía e incluso se fortalecía», explicó. «No desaparecía, y fue entonces cuando supe que era algo sobre lo que tenía que actuar».
Después de graduarse en la universidad, Smith entró en el noviciado, pronunció los primeros votos y completó sus estudios de filosofía en la Universidad de Fordham. Desde otoño se encuentra en el Jesuita High School de Tampa en la etapa de magisterio, enseñando teología y colaborando en los entrenamientos de cross country. En este rol, Connor Smith será para los estudiantes del Jesuit High School lo que el P. Wegenka fue para él.
«Conectarse con los jóvenes, hablar de la fe y estar al servicio de una comunidad tan grande es un sueño hecho realidad», sostuvo. «Es interesante cómo las cosas han cerrado el círculo».
Tras cinco años de proceso de formación, ha descubierto que la llamada directa de Dios era real y satisfactoria a un nivel más profundo de lo que nunca creyó posible.
«Siento que estoy hecho para ser jesuita».